Líbano
El Líbano, con su paisaje montañoso y su rica historia, es un testimonio viviente de la antigua y profunda conexión entre la tierra y la espiritualidad. Hace dos milenios, las enseñanzas y los milagros atribuidos al Profeta de Galilea resonaron en estas tierras, y hoy, los monasterios del Líbano siguen siendo lugares de peregrinación y reflexión.
Tiro y Sidón, ciudades fenicias mencionadas en la Biblia, son joyas históricas que albergan secretos de la antigüedad. En Sidón, la iglesia de Sayyidat al Mantarah (Nuestra Señora de la Guardia) se erige en una casa-gruta, un lugar sagrado que, según la tradición, fue testigo de la espera de María durante el advenimiento de Jesús. Mientras tanto, en Qana, los visitantes pueden contemplar el sitio donde se cree que tuvo lugar el milagro de la conversión del agua en vino, un evento que sigue inspirando fe y asombro.
La huella del cristianismo en el Líbano es profunda. San Pablo, uno de los apóstoles más influyentes, visitó el Líbano y dejó una marca indeleble en su historia religiosa. A finales del siglo II, el Líbano se convirtió en sede de un obispado cristiano, consolidando su papel en la expansión del cristianismo. Los concilios de Niceia y Tiro, en los años 325 y 335 respectivamente, son hitos que destacan la importancia del Líbano en la historia eclesiástica temprana.
El país de los Santos
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