Armenia

Armenia, una nación con más de siete milenios de historia, se distingue por ser el primer país en el mundo en abrazar el cristianismo como religión oficial en el año 301. Este hito histórico, influenciado por San Gregorio I, el patrón de la Iglesia Apostólica Armenia, marcó el comienzo de una era de fe y devoción que perdura hasta nuestros días.

La capital, Ereván, es una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo, incluso más que Roma. Entre sus tesoros se encuentra el Matenadarán, un museo que no solo preserva manuscritos antiguos sino que también es un centro de estudio sobre el origen del alfabeto armenio, una de las lenguas más antiguas aún en uso.

En el corazón de Armenia, se alza el Monasterio de Khor Virap, un sitio de peregrinación venerado donde San Gregorio “el Iluminador” estuvo encarcelado durante trece años. Este monasterio no es solo un lugar de culto, sino también un punto desde donde se puede contemplar el Monte Ararat, la montaña sagrada que según la tradición albergó el Arca de Noé tras el Diluvio Universal.

Otros monasterios como Noravank, Haghpat, Tatev y Geghard forman parte del circuito de turismo religioso en Armenia. Cada uno de ellos es un emblema de la arquitectura medieval armenia y un guardián de la historia y la espiritualidad del país. Geghard, en particular, es famoso por haber custodiado la santa lanza, una reliquia de inestimable valor para la fe cristiana.

La peregrinación por Armenia es un viaje a través del tiempo, un recorrido que permite a los visitantes sumergirse en la profundidad de la historia cristiana y la riqueza cultural de una nación que ha sido testigo de algunos de los eventos más significativos de la humanidad. Desde las antiguas piedras de sus monasterios hasta las vistas impresionantes del Monte Ararat, Armenia ofrece una experiencia inolvidable que trasciende lo terrenal y toca lo divino.

Para aquellos que buscan comprender la esencia del cristianismo primitivo y la importancia de Armenia en la historia de la fe, este país ofrece un testimonio vivo de la resiliencia y la belleza de una tradición que ha moldeado no solo una nación, sino también el curso de la historia religiosa mundial.