Se establece en Málaga la Real, Militar y Celeste Orden de Nuestra Señora de la Merced y se crea en su seno la Cofradía de la Sangre de Cristo, que colabora con la Orden en todas sus actividades y cuyas primeras constituciones datan de 1507.

Siglo XVII (fecha sin determinar): La Archicofradía recibe numerosos privilegios e indulgencias por parte de los diferentes Pontífices romanos y, debido a la importancia de la Corporación, surgen en su seno tres hermandades: Llagas y Columna, Humildad y la del Santo Sudario.

Siglo XIX (fecha sin determinar): La Corporación compagina periodos de esplendor con otros de decadencia, especialmente a finales del siglo.

La Archicofradía vuelve a procesionar por las calles el Miércoles Santo.

Es elegido como Hermano Mayor el empresario Antonio Baena Gómez.

Antonio Baena Gómez es elegido primer Presidente de la recién constituida Agrupación de Cofradías, de cuya fundación también formaría parte la Hermandad de la Sangre.

La Archicofradía obtiene el privilegio por parte de Alfonso XIII de portar el Pendón de Castilla en su procesión.

La iglesia de la Merced es destruida en unos sucesos, lo que acaba con el patrimonio de la Archicofradía, salvo la cabeza de la Virgen de Consolación y Lágrimas, algunos enseres de la procesión (entre ellos el manto de salida de 1929) y Nuestra Madre Dolorosa.

La Archicofradía queda establecida canónicamente en la iglesia de San Felipe Neri y vuelve a la procesión pública de fe con la talla del crucificado que tallara Francisco Palma Burgos.

La Virgen de Consolación y Lágrimas vuelve a procesionar.

Francisco Palma Burgos realiza el trono procesional en madera dorada para el Santísimo Cristo de la Sangre.

Rafael Ruiz Liébana realiza a San Juan Evangelista, María de Cleofás, María Salomé, María Magdalena, Longinos a caballo y un sayón.

Rafael Ruiz Liébana realiza el trono sobre el que procesiona la Virgen de Consolación y Lágrimas.

Juan Rosén borda el palio en oro sobre terciopelo malva para la Virgen de Consolación y Lágrimas.

Salvador Oliver realiza el manto, el más largo de la Semana Santa, en el taller de bordado de la Virgen de Consolación y Lágrimas.

La última restauración de la imagen de la Virgen de Consolación y Lágrimas es acometida por Francisco Naranjo.