Siglo XVI: El Libro de Constituciones de las cofradías de las Ánimas y del Resucitado, escritas en un mismo volumen de pergamino, es aprobado el 15 de junio de 1585.

Siglo XIX: Imágenes del Señor Resucitado y la Virgen de la Consolación son procesionadas por el barrio de Santa Marina el primer día de Pascua de Resurrección.

Siglo XIX (mediados): La Cofradía del Resucitado se identifica como la "Hermandad de los Piconeros" y participa en la procesión del Santo Entierro.

La ceremonia en la iglesia de Santa Marina en Sábados de Gloria, donde las imágenes del Cristo y la Virgen aparecían al son del Gloria, es prohibida por el obispo Alburquerque debido a la aglomeración de devotos.

Siglo XIX (último cuarto): La hermandad cobra impulso y continúa procesionando la imagen del Resucitado por el barrio de Santa Marina en la mañana del Domingo de Resurrección.

En la procesión asisten 16 concejales con escolta de la guardia municipal.

Principios del siglo XX: La parroquia de Santa Marina acoge la solemne función religiosa en la mañana del Domingo de Resurrección con la asistencia de la corporación municipal.

Década de los veinte: La hermandad se disuelve, pero en junio de 1927 se reorganiza la hermandad de Nuestro Padre Jesús Resucitado por iniciativa del marqués de Villaseca.

Mayo: Los estatutos de la hermandad son aprobados por el obispo de la diócesis.

II República: La cofradía se encuentra postrada.

Década de los cuarenta: La hermandad resurge con los impulsos dados por los hermanos mayores Hermenegildo Friaza Otero y Antonio Hidalgo Carmona.

La hermandad comienza a hacer el itinerario oficial de las demás cofradías y se une a la recién creada Agrupación de Cofradías. Se adoptan túnicas blancas y cubrerrostros amarillos.

Mediados de los cincuenta: Comienzan los vaivenes de la hermandad hasta la actualidad.