Hasta los años 80, en ciertas localidades, sólo los hombres podían tocar el bombo o el tambor durante la Semana Santa. Sin embargo, desde entonces, las mujeres han ido incorporándose gradualmente a esta tradición, hasta el punto de que hoy en día no hay ninguna localidad en la ruta donde las mujeres no puedan participar libremente. Cuando dos grupos de tamborileros se encuentran en una esquina, detienen su marcha y comienzan a tocar con más intensidad, en lo que podría describirse como un “duelo de tambores” que puede durar más de una hora.

La primera Semana Santa de la ruta que fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional fue la de Híjar, en 1980. Este reconocimiento se debió no sólo a su antigüedad (ya en 1519, el duque de Híjar encargó a los franciscanos la organización de la Semana Santa), sino también a su capacidad para mantenerse pura y libre de influencias externas. No hay capirotes, sólo terceroles; y las únicas cofradías son la Venerable Orden Tercera de San Francisco, que ha estado a cargo de la organización durante siglos, y la cofradía del Rosario, cuyos miembros, los rosarieros, protagonizan la procesión de los Despertadores. Se conservan numerosas tradiciones que se han ido incorporando a lo largo de los siglos, como los rosarieros, el pregón del Santo Entierro y muchas otras, incluyendo el emocionante momento de Romper la Hora. En 2005, el reconocimiento se extendió a toda la Ruta, que en 2014 fue declarada de Interés Turístico Internacional. En 2018, la UNESCO la incluyó en su prestigiosa lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.