La Guerra Civil española que estalló en 1936 marcó un período oscuro para las tallas pasionarias de Bullas, ya que muchas de ellas fueron destruidas o desaparecieron. Sin embargo, las figuras de San Juan y la Virgen de los Dolores lograron sobrevivir a este período tumultuoso. Con el regreso de la paz en la década de 1940, estas veneradas imágenes volvieron a ser el centro de las procesiones.

Durante este tiempo, las cofradías de Moraos y Coloraos tuvieron que adquirir nuevos titulares, en 1944 y 1951 respectivamente. La década de 1950 fue testigo de un renacimiento y crecimiento significativo de la Semana Santa en Bullas, con la introducción de nuevas imágenes y el fortalecimiento de las cofradías.

La década de 1960 fue un período de estabilidad, sin cambios significativos. Sin embargo, la década de 1970 trajo consigo un resurgimiento de la devoción local, en gran parte gracias al párroco de la época, D. Luis Martínez. Fue él quien impulsó la creación del Cabildo de Cofradías y promovió la adquisición de nuevos pasos, como La Verónica y San Pedro. Durante este período, también se estableció la nueva procesión del Domingo de Resurrección.

El final del siglo XX y el comienzo del XXI vieron un desarrollo notable de la Semana Santa en Bullas. Se realizaron esfuerzos para mejorar las procesiones, se instituyeron nuevos actos como el Pregón y el nombramiento del Nazareno del Año, y se formó una nueva cofradía, la de Santiago Apóstol, que hizo su debut en el año 2000. Además, se introdujeron actos complementarios a las procesiones, como el Prendimiento y el Velatorio del Cristo Yacente.

Desde 2006, la Semana Santa de Bullas ha experimentado otro avance con la creación de agrupaciones musicales dentro de las distintas cofradías. Esta iniciativa ha permitido la participación de un mayor número de personas, especialmente jóvenes, enriqueciendo aún más la Semana Santa a través de la música.